“Verás que el dolor viene como en olas. Cuando un barco naufraga, te estás ahogando, ves destrucción a tu alrededor. Todo lo que flota cerca de ti te recuerda la grandeza y belleza del barco que ya no está. Y todo lo que puedes hacer es flotar. Encuentras un pedazo de lo destruido y te aferras por un rato. Tal vez es algo físico, tal vez un recuerdo o una fotografía, tal vez es otra persona que también está flotando. Por un tiempo todo lo que puedes hacer es flotar, permanecer vivo.
Al principio las olas son de 30 metros de alto y rompen sobre ti sin piedad. Las olas vienen cada 10 segundos y no te dan tiempo de volver a tomar aire. Todo lo que puedes hacer es aferrarte y flotar. Después de un tiempo, que pueden ser semanas o meses, te das cuenta que las olas siguen siendo de 30 metros pero vienen mas espaciadas.
Cuando llegan, igual rompen sobre ti y te cubren, pero entre una y otra puedes respirar, puedes funcionar. Nunca sabes que es lo que va a hacer que el dolor se dispare; puede ser una canción, una foto, un cruce de calles, el aroma de una taza de café, puede ser cualquier cosa…. Y las olas siguen llegando. Pero entre una y otra hay vida.
En algún punto, y para cada uno es diferente, verás que las olas ya tienen 25 metros de alto, o 15. Y si bien siguen llegando lo hacen más separadas unas de otras. Ya las ves venir. Un aniversario, cumpleaños, las fiestas, o una llegada al aeropuerto. Tú lo sientes llegar y, en general, puedes prepararte. Y cuando te cubre, sabes que de alguna manera vas a llegar, otra vez, del otro lado de la ola. Empapado, hecho trizas, pero aún aferrado a ese pequeño trozo del naufragio saldrás adelante. Toma este consejo de una persona mayor.
En algún punto, y para cada uno es diferente, verás que las olas ya tienen 25 metros de alto, o 15. Y si bien siguen llegando lo hacen más separadas unas de otras. Ya las ves venir. Un aniversario, cumpleaños, las fiestas, o una llegada al aeropuerto. Tú lo sientes llegar y, en general, puedes prepararte. Y cuando te cubre, sabes que de alguna manera vas a llegar, otra vez, del otro lado de la ola. Empapado, hecho trizas, pero aún aferrado a ese pequeño trozo del naufragio saldrás adelante. Toma este consejo de una persona mayor.
Las olas nunca dejarán de llegar y de alguna manera tú ya no las quieres, pero aprenderás que las sobrevivirás. Y vendrán más olas, y las sobrevivirás también. Y si tienes suerte tendrás muchas cicatrices de muchos afectos. Y muchos naufragios. Querrá decir que tuviste amor profundo y alegrías, memorias y recuerdos. Que tu como ello has vivido y a pesar de dolor, puedes sanar y seguir viviendo y seguir amando, porque las cicatrices son un testimonio de la vida.”
Tomado del libro "Cuando el amor es más fuerte que la muerte" de Ana Gladys Vargas y Marcelo Rittner.