Ayer vi una escena un tanto curiosa. Dos muchachos muy jóvenes caminaban tomados de la mano. Y aunque hasta ahora no había visto en pleno día y en plena calle a ninguna pareja de hombres demostrando su amor, y su valentía, de esa manera, eso no es lo curioso. Lo curioso, lo terrible en realidad, es que todas las personas a su paso se detenían admirados y en franca burla. Incluso unos albañiles hasta les gritaron “pinches jotos” mientras se morían de la risa.
Me quedó claro que de nada han de servir leyes, marchas, pronunciamientos, largas luchas por los derechos mínimos que todos tenemos, seamos mujeres u hombres e interactuemos con quién se nos dé la gana. De nada sirven si hay una sociedad hipócrita que les condena a priori, que les tacha y etiqueta en un prejuicio doloroso de tan ignorante. Una sociedad que no condena igual a los sicarios, a los pedófilos, a los delincuentes de cuello blanco, a tantos políticos y policías corruptos, y todo porque ya todos éstos cada día parecen más “normales”, y ver en la calle a dos jóvenes, por amor o rebeldía, enfrentarse al qué dirán, eso sí les parece bastante curioso y susceptible a las burlas.
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Flora Isela Chacón