Una elección cobijada por las promesas de campaña y el abstencionismo, por las ejecuciones del narco y los madruguetes de candidatos. Un 4 de julio que será inolvidable para algunos, insoslayable para todos. Unas urnas que hablaron, o así quisieron, por infinidad de chihuahuenses que aún creen en el respeto al voto, en la legitimidad de decidir.
Así salió la gente a las calles, a enfrentar una cita ineludible con la política del país, a marcar con una cruz, o a pesar de ella, una esperanza o un conformismo, una convicción o una diatriba.
Los chihuahuenses despertaron con la noticia de cuatro colgados en diferentes puentes de la ciudad, cuatro acciones del narco para inhibir el voto o cuatro muertos cuyos cinco minutos de fama, acabarían más pronto que temprano, sepultados por cifras, denuncias y el voto de candidatos y funcionarios.
Largas filas se vieron desde hora temprana, cuando los reportes hablaban de casillas sin abrir por falta de funcionarios o de papelería, de casillas en las que faltaba algún funcionario, o de encuestas que indagaban casi hasta lo que se había desayunado antes de acudir a las urnas.
Candidatos del PRI, del PAN, del PRD fueron retratados votando en sus urnas, en esa feroz aglomeración de la prensa, buscando siempre la mejor foto o la mejor toma, en esa costumbre de “traer” al funcionario o al candidato de tal o cual partido, depositando feliz sus boletas con su propio nombre marcado.
Seis muertos más en la jornada y ni así ésta sufrió mella, “es lamentable” dijeron las autoridades, antes de darle vuelta a la hoja y seguir con más casillas, más votos y encuestas, que desde hora temprana comenzaron a mostrar sus tendencias.
Una oficina estatal que no generó mucha información bajo el pretexto de que “todo está tan calmado”, como si en un estado en el que mueren hasta 20 personas en un solo día, esto no fuera noticia; como si únicamente los sucesos negativos merecieran cobertura.
Las redes sociales siguiendo paso a paso la contienda y los mensajes a celular invitando al voto, mientras las páginas digitales de información daban portada al voto en Túlastraes o en Yotesigo, con las caras felices de los candidatos, de los funcionarios, convencidos todos de que votar era la obligación de los ciudadanos, mirando la paja en el ojo ajeno sin ver en el propio que no todos cumplen cabalmente con las promesas de campaña, con las obligaciones que al momento de decir “gané”, adquieren con toda la sociedad.
Una prensa tibia que lo mismo se quejaba de no haber podido entrar a la casilla donde el gobernador votó, que contrariaba sus principios básicos de ética profesional, al mostrar su plena tendencia proclamando un seguro triunfador, a escasos minutos de cerradas las casillas.
La confianza de un candidato dando por sentado las cifras preliminares en franca contradicción con la mesura del otro, para quien lo importante era no cantar victoria antes de tiempo, esperar la confirmación plena del triunfo, antes de sufrir un desastroso revire, como ya ha sucedido.
La felicidad de unos en oposición con la desilusión de otros, la fiesta y la algarabía en el Ángel, contra la tristeza y la convicción de que la esperanza es casi inmortal allá por la avenida Zarco, de donde poco después saldrían las primeras declaraciones del partido menos favorecido, según las encuestas y los incipientes resultados preliminares.
La música y los globos, las banderas y las cachuchas, los gritos y los infaltables tacos al pastor, las familias reunidas todas bajo un mismo grito cuando el candidato, micrófono en mano, agradece y promete, celebra y da su palabra de imponer el orden en Chihuahua, promete resultados en una jornada de diez muertos, del abstencionismo más acendrado, de las elecciones donde gana quizá no el mejor postor sino el que promete más.
Ese sabor amargo de que gana una persona, un partido, pero quién sabe si la sociedad, esa expectativa por ver si es cierto que “ahora sí”, que “ahora es cuando”, esa no tan peregrina sensación de que quizá habrán de pasar otros seis años para que alguien se preocupe y se ocupe de los estudiantes, por los maestros, amas de casa, empresarios, adultos mayores y notarios.
Ese contar de votos y casillas, cotejando realidad con encuestas, encontrando en cada sufragio un punto de superioridad más que la demanda de una sociedad herida, más que un voto de confianza, en que no serán éstas unas elecciones en vano, unas elecciones de promesas falsas, del abstencionismo y la inseguridad.
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Flora Isela Chacón
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ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu frase,"como si únicamente los sucesos negativos tuvieran importancia". Algo quizá la tengan, pero sumergir en dramatismo tantas horas, con esos sucesos, a mi parecer es algo pésimo, mas mostrar logros de verdad, que no sean futbolísticos ni nada parecido, de gente normal que lucha día a día, logros de verdad al fin y al cabo en ámbitos profesionales, intelectuales de arte...Ah y otra cosa escribes muy bién, me gustan tus post y maldita sea la droga que en mi opinión es un arma química para manipular a la gente.
ResponderEliminargracias Manu! no había leido tu comentario, pero qué bueno remediarlo, saludos!
ResponderEliminary tienes razón, maldita sea