Las veía desfilar como en un carrusel.
Un día subía a un tigre, luego a un león, ahora en un elefante vuelo.
Quién sabe qué pasó. Ella fue diferente. Llegó en su propio caballo y me arrastró.
Nunca fui buen amigo, pero con ella hasta eso aprendí. La feria entonces me devoró.
La apuesta fue a todo por su mirada clara. El carrusel ya no me dejó bajar.
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