Si te tuviera aunque fuera un momento serías tan mío como nunca has sido de nadie, más allá de la carne entrarías en mi piel, en mi alma entera y en todos los años que te estuve esperando.
Cerraría tus ojos con el silencio de la noche, mientras las manos te conocen de a poquito, por todo tu ser y tu cuerpo entero, mientras pienso, ñoñamente, que no hay mayor alegría que tenerte cerca.
Ya luego trataría de hacerte todo lo feliz que no has logrado serlo, besando cada pequeño espacio de tu cuerpo, acariciándote todo y por todos lados, para que no quede tramo sin conocer.
Y mientras el momento feliz ocurre, la mirada perdida en tu deleite, la consciencia lejana por no esperar un futuro, por no buscar lo que no es ni será.
Si te tuviera aunque fuera una vez, volcaría la vida entera en ese instante, las ganas todas por dejar los sueños y abarcar el cielo, mi cielo, en ese punto justo cuando fuéramos dos en uno...
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