jueves, 30 de abril de 2009

Cuando tú nazcas

Cuando tú nazcas abre los ojos
toma la vida, es para ti
un mundo entero para que juegues
para que crezcas libre y feliz
todo un planeta entre tus manos
cuando tú vueles fuera de mí

Cuando tú nazcas ojala puedas ver el sol
y si aún existe el mar tan azul como duerme hoy
y que la lluvia
salte pura sobre tu piel
que aún sople el viento
y que juegues con él
y que la nieve
caiga blanca por Navidad
cuando tú nazcas
que tú nazcas en paz

Ojala que puedas conocer
los veranos que he vivido yo
y esos libros viejos que guardé
pensando en ti, hijo mío
que los bosques sigan donde están
que aún exista el dulce olor a pan
ojala que quede para ti un mundo como el mío
que la luna siga siempre ahí
vuelen las estrellas sobre ti
ojala te quede todavía un mundo como el mío.


Mocedades
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miércoles, 29 de abril de 2009

Hasta mañana

Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja

para la muerte, que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño

que a Dios invoco, pero no le pido nada,
con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido

por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?

Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me lo digan cuando me despierte.

Mario Benedetti
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martes, 28 de abril de 2009

Payaso 59

Era un payaso demasiado serio para ser payaso. Yo, que acababa de ver la función, se lo dije. Mostrando su sombrero maltrecho y sus pantalones tachonados de trapos, “Payaso 58” me indicó que él era un payaso del género vagabundo, es decir, el payaso amargado que es víctima de innumerables calamidades tendientes a hacer reír a un público exigente. “¿Cómo es posible que pueda yo reír siendo objeto de tanto ultraje?”, me preguntó malhumorado, con sus ojos anegados de llanto y buscando en mí alguna comprensión.
—Usted exagera —le dije—. No creo que sea tan doloroso. Yo soy capaz de soportar las mismas injurias por la mitad de lo que a usted le han pagado.
Para mi sorpresa, “Payaso 58” aceptó mi desafío y comenzó a maquillarme.
A la hora de la función salí a ejecutar las divertidas tareas tan mal tomadas por el cobarde “Payaso 58”. Fue un ataque despiadado: me prendieron fuego en el trasero, me ensoparon con baldes de lodo, me empujaron de las escaleras, me golpearon con mazos de cavernícolas y arreciaron mi cara a pastelazos. Cuando recobré el conocimiento estaba dentro de un cañón. El payaso “Cabrín” encendió la mecha.
“¡Bum!”
Cojeando y maltrecho, con arena en los ojos, pintura en la boca y dinamita en el culo, busqué a “Payaso 58” para darle cuentas de mi indignación, pero el desgraciado había desaparecido. Se acercó un hombre. Me dijo que yo era un payaso demasiado serio para ser payaso. Le expliqué las razones de mi seriedad. Incapaz de comprenderme, el hombre se burló.
—Usted exagera —me dijo—. No creo que sea tan doloroso. Yo soy capaz de soportar las mismas injurias por la mitad de lo que a usted le han pagado.
Comencé a maquillarlo.

Edwin Cuperes Vélez
Puerto Rico
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lunes, 27 de abril de 2009

Notas en papel verde



El pañuelo mamá, páseme el pañuelo para sujetarle la mandíbula. Tiene que estar por ahí, rápido, deje de llorar y ayúdeme, que yo no puedo sola. Su cuerpo pesa más de lo que creía, aunque perdió esos gramos que dicen se pierden cuando se escapa el alma. Ya no respira, ya no es él, ya no… Arrégleselas, no me pida que haga otra vez lo que usted no puede hacer, le dije que era la última vez. Y ahora está con eso de la nostalgia, de los nunca más. Nunca más plancharle la ropa, nunca más lavarla, ni esperarlo con la comida caliente. Pobre mamá, qué hará ahora con tanto tiempo en soledad, en esta casa llena de sonidos del pasado de los dos. Cómo me dice. Sí, le vestiré con su chaleco gris para que no sienta frío en esa fosa oscura, le acomodaré la cabeza con su cojín preferido, al que usted le bordó sus iniciales. No se preocupe, no voy a quitarle nada, le pondré el pantalón sobre el pijama, no veré más de lo que una hija puede ver. Sí, se va a incomodar, ya lo sé y nos dejará esas notas extrañas, pegadas en la puerta, con instrucciones escritas cuidadosamente, con su exagerada caligrafía. Las órdenes para el día, todos los días, de esos cuarenta años juntos, en los inconfundibles papelitos verdes. No olvidar corregir el minutero del reloj cucú del abuelo, porque pierde dos minutos cada hora y entonces cuando toque a la puerta después de ocho horas fuera de casa, justo a las seis de la tarde, tendrá que esperar 16 minutos antes de que le abramos y enfurecido nos enrostrará nuestra falta de disciplina. Que dispongamos los periódicos según la noticia de más relevancia del día, que tengamos las cortinas cerradas del estudio y las ventanas abiertas y pongamos el mosquitero en su lugar, para que respire aire fresco cuando se siente a revisar la correspondencia que debemos retirar de la casilla antes de las tres de la tarde y que luego debemos dejar en el lado superior izquierdo del escritorio, porque al lado derecho van sus anteojos de lectura, justo arriba de los habituales que él dejará más abajo, cuando a las seis y treinta termine de beber su tazón de té. Qué me dice mamá. Qué ha dicho. Cuál ha sido su último suspiro. Para quién la última mirada. No lo sé, ni me importa. No me importó antes, menos ahora. Ahora es su bulto usted sabrá lo que debe hacer con él. Él se lo dirá. Por supuesto, él se lo dirá mañana, porque hoy piensa quedarse a su lado, como siempre, toda la noche para no sentirse tan desvalida, con el papelito verde para el día, que retiró a la hora indicada, dejando al descubierto el espacio deslavado en la puerta envejecida. Toda la noche mamá, sintiendo el olor a humedad que toman los cuerpos cuando mueren, las extremidades frías. Para qué le puso el guatero sobre los pies. Él se lo pidió. Cuando mamá. Cómo, si ya se huele su olor a hongos. Vea, los microorganismos lo cubren, crecen, brotan, rápidamente sobre esa piel sin color. La infectarán a usted también mamá, salga de ahí. Que siente qué. Pena. Pero, si usted siempre hablaba con tanto resentimiento sobre su vida, de haber perdido su libertad tan joven, con este hombre tan autoritario, porque no tenía más opciones y aceptó sin reclamar su triste realidad y cuando yo llegué sólo empeoré las cosas, todo se terminó para usted siendo tan joven y se dedicó a seguir una a una las instrucciones en esta casa tan oscura. Pero si usted me lo pidió, no se arrepienta ahora. Me pidió como siempre que arreglara las cosas y acepté, pero le dejé bien claro que sería la última vez. Y entonces, preparé la dosis exacta con ese líquido rojo. Unas gotas bastarán me dijo el individuo y nadie podrá comprobarlo. No sería problema, como estaba mal del corazón sólo adelantaría el deceso. Ya venga a ayudarme mamá, todavía falta… qué trae entre sus manos. Otro papelito verde, imposible. Le indica cómo debe vestirlo y dónde encontrará el cheque para la funeraria, que acaba de llegar y usted no los llamó y yo tampoco. No tiemble mamá, no puede ser no ve que este muerto está bien muerto hace ya varias horas. El encargado dice que fue la voz de un hombre quien le llamó, una voz profundamente ronca, como la de él. Que revisó el escritorio y ahí está el cheque, junto a los dos pares de anteojos. Pero cómo puede ser mamá, si uno de ellos se quebró en su mano en el momento del infarto. Que levante la vista y lea ese nuevo papelito verde que apareció sujeto en la puerta y que usted trae temblando entre sus manos y con su cuidada caligrafía nos ordena una vez más… que le pongamos el pañuelo de seda gris, que dejó junto al último tazón de té que le serví durante la tarde.


Elizabethtorr
Chile
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domingo, 26 de abril de 2009

Escándalo en la misa de ocho

Comunicado publico

En relación al escándalo acaecido durante la misa de ocho, del día domingo de la semana pasada, del mes en curso y de este año.
Informamos que: Promediando las 8:23 PM en la catedral, y en pleno oficio religioso se sintieron fuertes gritos.
No existe consenso sobre lo que sucedió. Pues el cura párroco justo en ese momento se distraía mirando el escote de una feligresa arrodillada junto al púlpito. Tampoco los acólitos que en ese momento se disputaban un papelillo. Entretanto el sacristán no se percató por encontrarse "afanado" guardando las limosnas.
Del resto de los fieles hay versiones encontradas. Entre las que se destaca una posible riña entre la profesora de catecismo y una esposa agraviada, o quizás un furioso acreedor de juego buscando al obispo.
Nada se esclareció acerca del grito. Creemos que se trataba de un grupo cuyo fin sólo era provocar escándalo y desprestigiar a la Iglesia.
Atte. El arzobispo.

Ingrid Arriola Ruiz
Chile
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sábado, 25 de abril de 2009

Tú no eres esa

Tú no eres esa,
yo no soy ese, esos,
los que fuimos
antes de ser nosotros.
Eras, sí, pero ahora
suenas un poco a mí.
Era sí pero ahora
vengo un poco de ti.


Mario Benedetti
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viernes, 24 de abril de 2009

Bienvenida

Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más dócil
ni más cauta
tan sólo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
cómo te pienso y te enumero

después de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio
tú nostalgias
y cómo me revienta que él nostalgie

tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros

no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
con hondura
con franqueza

sé que voy a quererte sin preguntas
sé que vas a quererme sin respuestas.

Mario Benedetti
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miércoles, 22 de abril de 2009

Viceversa

Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.

Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte .

Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte .

O sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Mario Benedetti
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martes, 21 de abril de 2009

Espero curarme de ti

Espero curarme de ti en unos días, debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte, es posible, siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho ni es poco, es bastante. En una semana se pueden reunir todas las palabras del amor que se han dicho sobre la tierra, y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio.
Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (tú sabes como te digo que te quiero cuando digo: "qué calor hace", dame agua", "sabes manejar?", "se hizo de noche'... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y de las mías te he dicho "ya es tarde", y tu sabías que decía "te quiero".)
Una semana para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas, porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.


Jaime Sabines
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lunes, 20 de abril de 2009

Tu nombre

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.

Jaime Sabines
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domingo, 19 de abril de 2009

No es que muera de amor, muero de ti

Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos obscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.


Jaime Sabines
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sábado, 18 de abril de 2009

La luna

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.

Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo,
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.

Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.

Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.

Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.


Jaime Sabines
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viernes, 17 de abril de 2009

Los amorosos

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables.
Los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota corno sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.

Jaime Sabines
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jueves, 16 de abril de 2009

Metamorfosis

Era un cautivo beso enamorado
de una mano de nieve que tenia
la apariencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en agonía.

Y sucedió que un día,
aquella mano suave
de palidez de cirio
de languidez de lirio,
de palpitar de ave;
se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo más el pobre preso
y se escapó;
mas con voluble giro,
huyó la mano hasta el confín lejano
y el beso, que volaba tras la mano
rompiendo el aire se volvió suspiro.

Luis G. Urbina
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miércoles, 15 de abril de 2009

Tu amor

Tu amor, esclavo, es como un sol muy fuerte
jardinero de oro de la vida
jardinero de fuego de la muerte
en el germen fecundo de la vida.

Pico de cuervo con olor a rosas,
aguijón enmelado de delicias
tu lengua es. Tus manos misteriosas
son garras enguantadas de caricias.

Tus ojos son mis medias noches crueles
panales negros de malditas mieles
que se desangran en mi acerbidad.
Crisálida de un vuelo del futuro
es tu abrazo magnifico y oscuro,
torre embrujada de mi soledad.


Delmira Agustini
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martes, 14 de abril de 2009

Serenata

Íbamos a vivir toda la vida juntos.
Íbamos a morir toda la tarde juntos.
Adiós.
No sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,
vivir entre otras gentes,
reírse de otras cosas, morirse de otras penas.
Adiós es separarse, ¿entiendes?, separarse,
olvidando como traje inútil la juventud.
Íbamos a hacer tantas cosas juntos!
Ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.
La lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está bien: adiós.
Contra el viento el poeta nada puede.
A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre tu sueño.


Manuel Scorza
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lunes, 13 de abril de 2009

La prisión


¡No puedes salir del jardín
donde mi amor te aprisiona!
Presa estas en mi.
Aunque rompas el vaso, seguirás inmóvil
la comuna perfecta del agua,
aunque no quieras, siempre lucirás
esa corona invisible
que lleva toda mujer que a un poeta amo
Y aunque ya no creas en estas mentiras
cuando borrado el rostro de nuestra pena,
ni tú misma encuentres tus ojos bellísimos
en la mascara que te preparan los años,
a la hora en que regatees en los mercados,
los jóvenes venados vendrán a tu recuerdo a beber agua.
Porque puede una mujer
rehusar el rocío escondido del más grande amor,
pero no puede salir del jardín
donde el amor la encierra.
¿Me oyes?
No puedes huir.
Aunque cruces volando los años,
No puedes huir;
Yo soy las alas con que huyes de mí…

Manuel Scorza
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domingo, 12 de abril de 2009

Música lenta


Para que tú entres
a veces de tristeza, el corazón se me abre.
Como una puerta tímida
para que tú entres, el corazón se me abre.
Pero tú no vienes!
no vuelas más sobre los campos.
En vano mi corazón se asoma,
pasas de largo,
como si el viento
soplase sólo para ella.
Pasa la mañana y no viene la tarde,
y el corazón se me cierra
Como una mano sin nadie,

el corazón se me cierra.

Manuel Scorza
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sábado, 11 de abril de 2009

La casa vacía


Voy a la casa donde no viviremos
a mirar los muros que no se levantarán
paseo las estancias
y abro las ventanas
para que entre el tiempo
de ayer envejecido.
¡Si vieras!
Entre las bugambilias
cansadamente juegan
los hijos que jamás tendremos.
Yo los miro. Ellos me miran.
Mi corazón humea.
Este es el sitio
donde mi corazón humea.
Y a esta hora,
en el balcón callada
yo sé que tú también te mueres
y piensas en mí hasta ensangrentarte.
Yo también pienso en ti.
Óyeme donde estés:
por esta herida no sale sólo sangre,
me salgo yo.

Manuel Scorza
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domingo, 5 de abril de 2009

Poemas para una sola luz

Yo quiero ver la luz hasta quedarme ciego,
hasta llenarme el alma,
hasta dejar atrás la niebla, la arcilla, la ceniza,
hasta que en vez de lágrimas
me salgan alas.

Caricia,
ondulación,
llama doliente, muriente,
corazón que arde entre tanta soledad de fin de siglo,
lágrima de luz,
ala del mar,
esquirla ciega que en el aire lenta se desploma:
la hoja seca.

José Luis Domínguez

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sábado, 4 de abril de 2009

Futuro imperfecto

De poco sirve arroparlo
y menos
colgarle collares y pronósticos
brindarle metrallas de manga larga
calzarle prejuicios de siete suelas

de poquísimo sirve ponerle
profaces o antifaces
o un delantal de música
menos aún la consabida
bufanda del viento

el futuro es un niño desnudo
y en consecuencia ufano imprevisible
cuando menos lo esperas
te coloca una rosa en la oreja
o te orina inocente la calva.

Mario Benedetti.
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viernes, 3 de abril de 2009

La mitad del paraíso

Cédeme ahora que estás lejos
los momentos de intenso placer
las noches en los bares
que recorrimos juntos.
El aroma de nuestros deseos
y el de los deseos concluidos

Cédeme
los sábados de hacer el amor
y tardes en mesas de café
escribiendo
las palabras que cruzan
los bulevares
y las mañanas iluminadas
en tu presencia
cédeme
la mitad del paraíso.

Marisa Trejo Sirvent
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jueves, 2 de abril de 2009

Tus ojos

Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.

Octavio Paz
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miércoles, 1 de abril de 2009

Cántaros

1
A cántaros
entra el agua por la cubierta.
Bajo el chubasco
............................gritos,
retiembla la barquilla.

En la isla
las pulidas piedras del ascenso
.................................tienden sus trampas.

A cántaros
el agua verde alcanza los tobillos,
se desliza en la ropa,
se extiende hacia los rumbos
—como el sueño de Dios
.......................................antes del tiempo.

2
Te mueves
como si no perturbaras
la telaraña suspendida
o el pico del colibrí.

Te sostienes
en el intento de la perla huidiza
buscando el pétalo cerrado
del jazmín.

Te desprendes
del temblor en el labio,
te dejas ir
bajo la tempestad,
te erizas
en las abreviaturas del pimiento.

Elsa Cross
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Chihuahua en video