miércoles, 29 de noviembre de 2017

Marabunta



Cuando te miro me crece un ejército de hormigas. 

Avanza rumoroso por mis manos. 

Me estira la piel. Se anuncia, no me deja. 

Desde mis piernas respiran un aire diminuto, entrecortado. 

Desde el fondo de mi vientre presienten la obscuridad más húmeda del tuyo. Como un sol negro las hipnotizas.

Te huelo y mis hormigas se trastornan, se tambalean.

Te toco ¿o sueño que te toco? y corren enloquecidas. 

Desde el fondo de mi sangre apresuradas, sueñan que hunden sus dientes en tu carne, y en la mordida sienten tú parpadeo. 

Crece en el aire la anchura palpitante de labios largos entre tus piernas, enrojecidos.

Tu más bella flor carnívora saborea sin cesar el paso tenaz demorado y repetido de todas mis hormigas.

Adentro, te descubro hecha de hormigas negras desquiciadas, tan necias como las mías.

En el espejo doble de hambre y sed y sed y hambre que ilusamente llamamos nuestros cuerpos, tus hormigas y las mías, se topan boca a boca.

Se reconocen o se imitan, se devoran o se extravían confundidas entre tantas hormigas tan mordidas.

Alberto Ruy-Sánchez     




martes, 28 de noviembre de 2017

Ábreme




Ábreme, únicamente ábreme
no hay índices, no hay instrucciones
sólo un “agite suavemente
un poco antes de usarse.”

Y después no me cierres
que perdure el deleite
y en lo alto de mi noche
la luna se acomode.




Chihuahua en video