miércoles, 10 de febrero de 2010

De nada sirve


Ayer vi una escena un tanto curiosa. Dos muchachos muy jóvenes caminaban tomados de la mano. Y aunque hasta ahora no había visto en pleno día y en plena calle a ninguna pareja de hombres demostrando su amor, y su valentía, de esa manera, eso no es lo curioso. Lo curioso, lo terrible en realidad, es que todas las personas a su paso se detenían admirados y en franca burla. Incluso unos albañiles hasta les gritaron “pinches jotos” mientras se morían de la risa.

Me quedó claro que de nada han de servir leyes, marchas, pronunciamientos, largas luchas por los derechos mínimos que todos tenemos, seamos mujeres u hombres e interactuemos con quién se nos dé la gana. De nada sirven si hay una sociedad hipócrita que les condena a priori, que les tacha y etiqueta en un prejuicio doloroso de tan ignorante. Una sociedad que no condena igual a los sicarios, a los pedófilos, a los delincuentes de cuello blanco, a tantos políticos y policías corruptos, y todo porque ya todos éstos cada día parecen más “normales”, y ver en la calle a dos jóvenes, por amor o rebeldía, enfrentarse al qué dirán, eso sí les parece bastante curioso y susceptible a las burlas.

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Flora Isela Chacón

viernes, 5 de febrero de 2010

Después del recital

Ya está, ya recité, ya pasó todo.

Ahora, seguramente, un amigo me abrazará,

con fuerza, con furia, con leve nostalgia,

abrazos que te dicen: todo está bien así.

Alguna mujer, abierta, envilecida por mis versos,

cruzando ese pasillo lateral, antes de irme,

se lanzará a mis brazos, con la mayor firmeza,

como una desorientada bomba contra mis ojos.

Después habrá esas copas de vino apasionado,

y miradas y palabras humedecidas por un llanto,

como una cosa de ternura fraternal para el poeta.

Vendrá luego la noche para mostrar mi soledad

Y no habrá verso que comprender me hiciera

¿por qué volé tan alto, enamorado, para caer tan solo?

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Miguel Oscar Menassa

jueves, 4 de febrero de 2010

Esta vez también hicimos el amor en Buenos Aires


Esta vez, también hicimos el amor en Buenos Aires.

Con sencillez clásica la besé en la boca con ternura.

Dejé caer mis manos en la calle abierta de sus nalgas

y ella tembló, dispuesta al goce claro, diáfano de amor.

A la calle, a la calle, gritaba ella cuando nos besábamos.

A la calle, a la calle, le respondía yo, tratando de arrancar,

de sus tetas enamoradas, sonidos como de magnolias antiguas,

abriéndose, salvajes, de un día para otro, al universo.

A la calle, a la calle, se dejaba filtrar por la ventana

y eran miles y miles, haciendo con nosotros el amor

y su cara era la rosa de los vientos, el aljibe del tiempo.

Basado en mi costumbre de interrumpir el goce, para multiplicarlo,

detuve todo el cuerpo en mi sonrisa iluminada y en plena calle,

entregados totalmente, sumisos, a la Patria, hicimos el amor.

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Miguel Oscar Menassa

miércoles, 3 de febrero de 2010

Dos patrias

Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.

¿O son una las dos? No bien retira

Su majestad el sol, con largos velos

Y un clavel en la mano, silenciosa

Cuba cual viuda triste me aparece.

¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento

Que en la mano le tiembla! Está vacío

Mi pecho, destrozado está y vacío

En donde estaba el corazón. Ya es hora

De empezar a morir. La noche es buena

Para decir adiós. La luz estorba

Y la palabra humana. El universo

Habla mejor que el hombre.

Cual bandera

Que invita a batallar, la llama roja

De la vela flamea. Las ventanas

Abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo

Las hojas del clavel, como una nube

Que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa...

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José Martí

martes, 2 de febrero de 2010

El maestro de kung fu


Un cuerpo viejo pero trabajado para la pelea

madruga y danza
frente a los arenales de Barranco
Se mueve como dibujando
una rúbrica antigua, con esa gracia, y
sin embargo, está hiriendo, buscando el punto
de muerte
de su enemigo, el aire no, un invisible
de mil años.
Su enemigo ataca con movimientos de animales
agresivos
y el maestro los replica
en su carne: tigre, águila o serpiente van sucediéndose
en la infinita coreografía
de evitamientos y desplantes.
Ninguno vence nunca, ni él ni él,
y mañana volverán a enfrentarse.
-Usted ha supuesto que yo creo a mi adversario
cuando danzo- me dice el maestro.
Y niega, muy chino, y sólo dice: él me hace danzar a mí.

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José Watanabe


lunes, 1 de febrero de 2010

Palimpsesto


Te devuelvo el apócrifo vinillo
Griego como ese mar que tengo enfrente;
La sardina enlutada, grave el diente,
Enrojecido el áspero cuchillo.

Jubiloso el rumor del que trabaja
En silencio, resigno la ironía
Populosa en la torpe melodía,
La máscara te cubre la mortaja.

Podrás amontonar la enciclopedia
Vasta y superflua de quien lleva prisa
De eternidad para su demopedia.

Levanta a la soberbia un monumento
De sacro horror..(la mueca y la sonrisa)
Tú, el pendenciero vástago del cuento.

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Raúl Luis Castillo

Chihuahua en video