Mis libros de poemas, los rasgaste,
abriste la ventana y los echaste a la calle.
Las hojas, como extrañas mariposas,
planeaban por encima de la gente.
No sé si ahora nos entenderíamos,
viejos, cansados y decepcionados.
Seguramente no. Mejor dejarlo así.
Querías devorarme. Yo, matarte.
Yo, el hijo que tuviste en plena guerra.
Joan Margarit