lunes, 22 de septiembre de 2008

A tu interior, Linda


Aún lates bajo la piel de tu madre y ya has emergido al exterior como en un sueño. Nada importa el pasado ante lo contundente de tu presente y lo esperanzador de tu futuro, pequeño ángel que has de llegar en el momento justo, no antes ni después; en el momento exacto con tus ojos pequeños y serenos, escudriñando todo alrededor. Siendo tú para que ellos sean ellos, para que no dejen de ser. Aún late tu corazón en un concierto amorosamente íntimo, casi secreto. Festejando la gloria de ser niño o niña, es igual, sonriendo a la luz, al sol, a la vida futura. Sintiéndote latir con esa fuerza ahora volcánica, ahí estás, ahí vives, ahí lates. Con toda la fuerza de tus semanas incompletas, con toda la ternura que tu nombre habrá de definir.
Desde ya eres fuerte, tu magia ya nada ni nadie la podrá borrar. Así son los bebés esperados, los que tiemblan en su noche infinita, saludando a su manera ese vientre vestido de colores. Así son los pequeños seres que aún no nacen, llenos de fuerza y prodigio. Ellos están donde deben estar mientras esperan el momento justo de irrumpir a la vida cambiándolo todo en un solo momento, haciendo feliz a tu madre, tu padre y tu pequeño hermano que te espera sonriente para jugar contigo, para ser el hermano mayor y llenarte de mimos. Mientras aquí, aquí te esperamos pequeño ser, que ya desde ahora lates feliz, y que mañana también surgirá tu sonrisa como una mariposa de luz.

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