sábado, 20 de septiembre de 2008

Valparaíso de noche

Marcelo Arancibia

Cunado la noche se apodera del puerto, aparecen ellos de a dos, de a tres; todos caminando lentos, balanceándose, como tratando acostumbrarse a la quietud de la tierra, tan distinta al eterno movimiento de sus hogares flotantes. De vez en cuando un pequeño resplandor ilumina sus rostros curtidos, curiosos: es un cigarrillo que se mece entre sus dedos (…) Es un deseo que nace en lo más profundo de las entrañas y que, de pronto, desde ahí se abre paso con fuerza incontrolable a través de sus cuerpos, de su sangre, de su todo: ver, oír, oler. Hablar con una mujer. Observar cómo se mueven, sus ojos, sus labios mientras conversa. Cómo se agitan, temblorosos y sugerentes, sus senos mientras baila frente a ellos y les arrulla y les envuelve y les embruja con mirada profunda, cálida y llena de promesas de escondidos y dulces placeres.

Valparaíso Alire. Antología poética
Chile, 2006
La Cálifa. Pág. 17

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