lunes, 11 de mayo de 2009

Vuelve… otra vez

Aún estás a tiempo de decir lo siento, no volverá a ocurrir; los pensamientos de una denuncia o una huida se me están apagando como la luz del ojo derecho, que parece ya no ser parte de mi cara sino de mi mano.
Los tambores en mi pierna ya se volvieron sordos, ya ni los siento porque poco a poco me llenan el cuerpo completo, me nublan el cerebro, los recuerdos… ¿Cómo nunca pensé en esto? Pero es que el velo de novia tiene algo de embrujo, cierra la mente y nubla el corazón…
Todavía puedes volver y besarme el chichón de la frente; mojarme la cara con tu falso llanto y prometer un cambio; aún puedo creerte porque ni un vecino se ha asomado con el espanto en su cara a verificar los daños; nadie me ha dicho todavía que me vaya lejos donde se me olvide tu nombre y el del cinturón. Y no es que no lo haya presentido antes, pero ahora… ya no sé de mí, ya no pienso… ya no vivo… ya para qué… Otro golpe más y ya no te llamo, otro instante más y… me escapo para siempre… otra vuelta más de mi cabeza y ya no podré sostenerla…
Por eso… ahora puedes volver a mi lado y marearme de nuevo y llorar también… decir tus palabras falsas como tú. Pero si vuelves, por favor… no me beses los ojos para no verte; ni me aprietes... me duelen los senos y tú sabes lo que es eso…
Aunque me arde la mueca estúpida que me quedó después de la tunda, lo único a festejar ahora, sería ese golpe a la parte baja que alcancé a propinarte… si no fuera porque eso te hizo enojar mucho más…
¡Ay! ¿Por qué siempre hay alguien que debe perder? ¿No podemos los dos ganar, los dos perder… o perdernos? Y no, no te preocupes, no buscaremos culpables, sé que siempre tengo yo la culpa, lo que no sé es por qué la tengo yo…
Pero vuelve, amor, no te sientas mal como me siento yo ahora, esto se pasará como tantas otras veces, aunque ¿sabes?, ahora necesito comprender algunas cosas, claro… si no te molestas…
Ven y explícame por qué tanta saña contra alguien que reconcilió sus diferencias contigo sin importar juicios ni linchamientos; alguien que perdió el rumbo de la vida por tu pelo suelto y tus ojos claros; dime ¿cuándo se trastocó el sentido de la relación y te volviste un monstruo que llegó sin aviso? ¿Cómo cambió la casa hasta convertirse en un ring donde extraviamos la vida? ¿Por cuál camino se nos fue el amor hasta encontrarme en un rincón llorando sin poder levantarme? Pero sobre todo, dime, ¿dónde aprendiste, Elisa, a golpear como un macho?

.
.

4 comentarios:

  1. Me dejaste perpleja con el inesperado desenlace... pero son tan justas tus palabras... Cuanto se nos olvida a las mujeres, a la sociedad completa, que no son sólo los hombres los que golpean.

    Gracias por el momento de reflexión... Cariños.

    www.veladordemujersoltera.blogspot.com

    ResponderEliminar
  2. Un final sorpresivo... muy buen texto, me gustó.

    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Gracias por tus comentaqrios a mi cuento. La inversión de tiempo para leerlo se agradece.

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Excelente relato.
    El final, inesperado.
    Magnifico, pude sentir los golpes.

    ResponderEliminar

Chihuahua en video